La Confesión Bautista de Fe de Londres es un documento histórico, publicado por bautistas particulares, como una expresión de las doctrinas fundamentales de la religión cristiana. Por lo tanto, si estamos de acuerdo con esa definición, debemos también reconocer que el evangelio es una doctrina fundamental y no puede estar ausente en una confesión de fe. Si empezáramos nuestra búsqueda del evangelio a través de los títulos establecidos para cada capítulo de esta confesión de fe, no sería hasta el capítulo 20 que nos topamos con la frase que lo encabeza: “Del evangelio y del alcance de su gracia”
En este capítulo compuesto por cuatro párrafos encontramos que la doctrina del evangelio es claramente afirmada por aquellos ancianos y hermanos que la subscribieron. El primer párrafo (20.1) nos introduce a la promesa hecha a la Simiente de la mujer por la cual se revela el evangelio y nos recuerda que la causa histórica de esta revelación es el Pacto de Obras quebrantado por la desobediencia de Adán. A continuación (20.2) encontramos que esta promesa de Cristo y la salvación prometida en ella solo puede ser revelada por la Palabra de Dios. En el tercer párrafo (20.3) se acentúa el carácter de Dios afirmando que la revelación del evangelio a los pecadores solamente puede venir de Su voluntad soberana, y de Su beneplácito. El último párrafo de este capítulo (20.4) declara que, aunque la predicación del evangelio es el único medio externo para la revelación de esa salvación por gracia que hay en Cristo, para la conversión de los hombres es necesaria una obra eficaz del Espíritu Santo en sus corazones.
Pero debemos preguntarnos, llegado a este punto, ¿es solamente en el capítulo 20 de la confesión que encontramos estas verdades sobre el evangelio? La respuesta que pretendemos defender en este artículo es que este no es el caso, ya que veremos que, de hecho, las verdades del evangelio se van revelando mucho antes y con mayor detalle.
El carácter de Dios
Habíamos mencionado que el tercer párrafo del capítulo 20 (20.3) acentúa una verdad fundamental que se encuentra en el mensaje del evangelio sobre el carácter de Dios. Sin embargo, esta verdad se encuentra ya expresada mucho antes en el capítulo 3 bajo el título “Del decreto de Dios”. En el quinto párrafo de dicho capítulo (3.5) encontramos que la revelación para salvación del evangelio se hará efectiva sólo en aquellos a quienes Dios, antes de la fundación del mundo, ha predestinado conforme a Su propósito eterno e inmutable así como al consejo secreto de Su voluntad; descartando así todo tipo de jactancia en la criatura para hacerse merecedora por su propia causa, o condición, de alcanzar tan grande salvación. En el párrafo siguiente de este capítulo tercero (3.6) tenemos la confirmación de que Dios también ha determinado y revelado, según Su eterno y libre consejo, los medios por los cuales estos escogidos serán a redimidos por Cristo mediante la fe para salvación.
La causa histórica de la revelación
El siguiente punto que debemos explorar es la causa histórica de la revelación del evangelio que según nos informa el capítulo 20 en su párrafo inicial (20.1), es la transgresión del Pacto de Obras. Nos encontraremos con que esta verdad ha sido desarrollada en mucho mayor detalle ya en el capítulo 6 titulado “De la caída del hombre, su pecado y su castigo”. Al principio de este capítulo encontramos la declaración, bíblicamente sostenida, que por la transgresión de Adán del pacto en el que Dios lo había “puesto”, el estado del hombre ahora es uno deplorable (6.1), y por causa de ello ahora también toda la humanidad se encuentra en la misma condición (6.2).
En conexión con esta verdad, y la condición sin esperanza del hombre, descubriremos en el capítulo 7, titulado “Del pacto de Dios”, que Dios ha proveído una solución, que descansa sobre una promesa, y que a Él le ha agradado expresarla en forma de pacto (7.1). El siguiente párrafo de este capítulo (7.2) es una de las declaraciones más contundentes sobre el evangelio en la cual se nos introduce al Pacto de Gracia, y se nos confirma el plan de Dios de ofrecer salvación por medio de su hijo Jesucristo y a través de la fe en él. El final de este capítulo (7.3) enfáticamente confiesa que la promesa inicial de Génesis 3:15 es finalmente revelada en el Pacto de Gracia y a través del mensaje del evangelio.
La sustancia del mensaje del evangelio
Si continuamos explorando nuestra confesión de fe de manera orgánica, capitulo tras capítulo, llegaremos ahora al capítulo 8 titulado “De Cristo el mediador”. Y podríamos decir, con toda confianza, que en este capítulo encontramos la sustancia del mensaje del evangelio. No solo al mediador de este Nuevo Pacto, sino también su obra redentora que la hace posible. Este capítulo no se demora en confesar la encarnación de la segunda Persona de la Trinidad (8.2) y seguidamente la importancia de este evento en la historia de la humanidad para que Cristo estuviera enteramente equipado para ejercer el oficio de Mediador (8.3). La obra de redención es descrita en detalle en el siguiente párrafo: él nació y vivió bajo la ley cumpliéndola de manera perfecta, sufrió el castigo que nuestros pecados merecían siendo clavado y colgado de una cruz hasta la muerte, resucitó al tercer día no habiendo visto corrupción y se encuentra ahora sentado a la diestra del Padre intercediendo por nosotros (8.4). Este sacrificio ha satisfecho por completo la justicia de Dios.(2)
Hemos descubierto que el mensaje del evangelio es presentado de manera amplia y detallada hasta el capítulo 8 de esta confesión de fe. Sin embargo, este mensaje requiere una respuesta por parte de aquellos que lo escuchan, trascendiendo así el mero intelecto y arraigándose en lo más profundo de los corazones de las personas. Pero ¿cuál es esa respuesta que el evangelio demanda? ¿Se menciona esto en nuestra confesión de bautista de fe? Los capítulos 14 y 15; “De la fe salvadora” y “Del arrepentimiento para vida y salvación”, respectivamente titulados, nos confirman que esta doctrina se encuentra claramente expuesta en sus páginas y párrafos correspondientes.
La fe salvadora que se presenta en el capítulo 14 nos asegura que es a través de ella, y únicamente a través de ella, que el cristiano puede confiar su alma a la verdad revelada en el mensaje del evangelio y a través de la Palabra de Dios (14.2). Abrazar este mensaje como se describe en el capítulo en cuestión no puede estar separado de la verdad que nos revela el siguiente capítulo: que esta fe salvadora producirá también arrepentimiento para vida. Esta obra del Espíritu Santo es aquella que humilla a los hombres por sus pecados y los aleja de estos, produce en ellos esa tristeza que viene de Dios y los convence de su necesidad de la gracia de Dios para perseverar en su caminar delante de Dios (15.3).
Esperamos que este breve recorrido por algunos de los capítulos de nuestra preciosa confesión de fe nos ayude a comprender que, ese único mensaje con poder de Dios para salvación (en palabras del apóstol Pablo), se encuentra arraigado a las doctrinas fundamentales presentadas por nuestros antepasados bautistas particulares en este documento histórico. Que el Señor permita que cada vez que alguien abra esta confesión, sin importar quién sea, dónde se encuentre o en qué idioma la lea, sus páginas los conduzcan a contemplar la maravillosa obra de Cristo llevada a cabo por nosotros en la cruz del Calvario, y que sus corazones sean movidos a la fe y el arrepentimiento para vida. ¡Soli Deo Gloria!
(1) Una de las bondades de esta confesión de fe (así como de otras) es que todas las verdades declaradas en la misma contienen textos bíblicos de prueba como señal de que estas provienen de las Escrituras.
(2) Heb. 10:14